Gestalt, creatividad, ajuste creativo y éxito

enero 23, 2007

EJERCICIOS PRÁCTICOS.

EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA DESARROLLAR A TUS HIJOS Y AL MISMO TIEMPO PERFECCIONARTE COMO PERSONA.
Estos ejercicios aparecen en la publicación “Cien experimentos de Psicoterapia Humanista” que apoya mi labor como facilitador en la consulta Gestáltica.


PATERNIDAD POSITIVAMENTE.

1. Piensa en una situación difícil con uno de tus hijos. No busques naderías; considera un comportamiento que tu hijo repita una y otra vez y que de plano encuentras difícil de abordar.
2. En tu imaginación proyecta tu película de esta situación. Revive el episodio tal y como lo has vivido. Imagina que nuevamente estás atravesando por esta situación con tu hijo. Comienza desde el principio, mirando desde tus propios ojos, revivenciando lo que realmente ocurrió. Toma nota de la información con la que cuentas, en especial, cómo te sientes y qué ves y qué escuchas. Si tiene dificultades para visualizar no importa. Simplemente date chance de sentir que estás volviendo a vivir la situación. Si te es posible, examina varios ejemplos de esta situación. Si se trata de algo que se repite una y otra vez los encontrarás fácilmente.
3. Una vez que hayas cumplido con el paso anterior, vuelve a vivir esta misma situación, pero ahora hazlo como tu hijo. Proyecta tus películas de esta situación desde la posición de su hijo; para esto puedes imaginar que estando en el cuerpo de él tienes una cámara con la que te filmas a ti. Regresa al principio de la misma situación que “proyectaste” en el paso 2. Detén tu película justo antes que empezará la situación. Antes de poner la película esta vez no se te olvide examinar a tu hijo. Fíjate en su postura, en sus movimientos, en su voz y si te es posible, en su respiración. Introdúcete en él como te lo describí. Tómate un tiempo para convertirte en él. Ahora te estás moviendo, respirando, sonando como tu hijo, viendo desde sus ojos y teniendo sus sentimientos. Si no estás seguro que “realmente” estás siendo tu hijo, no importa. Simplemente permítete hacerlo y fíjate qué puedes aprender. ¿De qué te das cuenta?
4. Una vez que hayas cumplido con el paso anterior, como tu hijo, vive de nuevo esta situación, ahora como “observador”. Vuelve a proyectar las mismas películas, pero esta vez desde una posición externa. Observa y escucha esa experiencia desde un punto de vista lateral, que te permita verte tanto a ti mismo como a tu hijo en forma simultánea. Observa la experiencia como si estuvieras viendo una película de otra persona. Fíjese qué aprende desde esta posición. ¿De qué te das cuenta?
5. Utiliza tu información. Recién vivenciaste una situación problemática desde tres posiciones muy diferentes e importantes. ¿Qué información tienes ahora que no tenías antes? ¿Qué ideas tienes sobre su hijo y qué puedes hacer dada esta nueva información?
Advertencia
Sé cauteloso en la utilización de lo que aprendas con este ejercicio. Nunca nadie sabe completamente lo que otra persona está pensando o sintiendo, así que cuando hacemos esto lo estamos inventando y necesitamos corroborar cuidadosamente nuestras corazonadas. Si bien tu intuición es valiosa, también piensa en el principio de que cada persona es experta en su propia vida, de manera que sería muy bueno que dialogue con tu hijo para corroborar lo que sentiste y pensaste cuando te convertiste en él.

TUS HIJOS Y LA POSTURA ECO.
1. Observa con atención, con respeto y sin emitir juicios la postura de tu hijo. Determina cómo está respirando.
2. Acércate lo suficiente como para que puedas platicar con él sin alzar la voz.
3. Modela su respiración, o sea, respira a su ritmo.
4. Si el niño fuera muy pequeño y su respiración fuera muy acelerada, coloca delicadamente tu mano en su abdomen de manera que él pueda sentir un referente en el medio.
5. Después de unos cinco minutos observa cómo reaccionan él y tú.


PRESERVANDO LA INTENCIÓN POSITIVA CON LOS HIJOS.

Recuerde que encontrar las intenciones positivas en sus hijos favorecerá que estos
- Piensan que tienen buenas intenciones y no es que sean agresivos o malos. Esto se suma a un autoconcepto positivo, lo que les incentivará a respetarlo a usted. Recuerde que sólo con amor hay respeto.
- Aprenderán a pensar automáticamente en soluciones, alternativas y a usar sus recursos creativos cada vez que haya que resolver un problema.
Emplea esta estrategia cuando un niño se esté comportando mal – es decir, cuando esté poniendo en riesgo su integridad, atente contra otros o dañe la propiedad ajena.
1. Interrumpe, limita o detén la conducta la conducta indeseada tan rápida y calmadamente como te sea posible.
2. Encuentra la intención positiva de la conducta indeseada. Pregunte por ejemplo: ¿Qué es lo que estás tratando de hacer? o bien, ¿qué es lo que quieres?
3. Muéstrate de acuerdo con la intención positiva del niño o reconócela. Por ejemplo: “Es importante que protejas tus juguetes” o bien, “qué bueno que quieras divertirte”.
4. Ayuda al niño a encontrar otras formas de conseguir su intención positiva. Por ejemplo: ¿De qué otra manera podrías lograr eso? Si el niño es pequeño, menciónale algunas posibilidades para que las consideren, por favor, que no sean más de tres.


Advertencia:
En el trato con los niños considere estos dos puntos vitales, de lo contrario la estrategia anterior no servirá de mucho.

1. Evita el lenguaje permanente (siempre, todo, nunca, todas, etc.) Por el lenguaje temporal (estabas tirando el refresco en la alfombra, le estabas pegando a tu hermanito, etc. Por un rato tendrás que estar en tu cuarto). Recuerda que conviene dejar una puerta abierta al cambio. Si te equivocas en tu trabajo o a la hora de cobrar un penalti ¿no te encantaría que te dieran una nueva oportunidad para demostrar que sólo “te resbalaste” y que puedes cambiar tu desempeño?
2. Evita confundir acciones con identidad, cuando se trate de conductas que a tus ojos son travesuras. Es toda una muestra de respeto indicar dónde está la falla (Por ejemplo a tu tía no le gusta que dejes tus platos sin lavar o la maestra me ha pedido que no dejes sin ilustrar tu tarea) y hacer a un lado las etiquetas (donde están las porcinas: “eres un cochino” o las equinas: “eres un burro”, entre muchísimas otras).
3. Si la conducta es a tu criterio apropiada, sí es válido y mucho, que obsequies al niño con un adjetivo a favor de su autoestima. Por ejemplo, “hoy me avisaste que ya me estaba quedando sin gasolina. ¿Ya viste qué abusado eres?” o bien, “¿ya te aprendiste la tabla del 4? Eres bien inteligente”. Aquí te hablo de algo de lo que él niño puede enorgullecerse, ni más ni menos que de su forma de ser.
4. Considera esto muy importante: tratándose de los niños la idea es que aprendan a restringirse en sus conductas impulsivas y que de ninguna manera se restrinjan en la expresión de sus emociones. Es difícil soportar una mirada de enojo en un hijo, pero más vale averiguar con él qué es lo que en realidad siente, hacía quién y porqué, que luego saber que “actúo su enojo” al pegarle a otros niños, maltratar a un animalito o lastimarse intencionalmente con un lápiz.

enero 15, 2007

Que tú dialogues con tus hijos es tu actuación estelar

Es lo primero en que hay que pensar. Ya después ocúpate de que si los quieres disciplinar o cómo los piensas educar.

Que tengas ratos de desconcierto o de disgusto me parece comprensible. Tú y yo sabemos que ser papá o mamá, no suele ser una tarea tranquila precisamente.
Me parece no obstante, que la mejor alternativa ante los problemitas que tengas con tus hijos, consiste en agotar hasta la última posibilidad de diálogo.
Eso de dialogar, no te creas que es echar sermones. ¡Por favor! Recuérdate a ti mismo, cuando alguien ha tratado de que a fuerzas te comportes como a él le parece.
Recuérdate a ti mismo o a ti misma cuando adolescente. No conozco a un adolescente que le encanten los sermones.

El diálogo consiste más bien en que comiences por abrir todos tus sentidos.
Espero que sepas que no sólo en las palabras está la comunicación. Ahí tienes las expresiones en la cara, los movimientos de brazos, el volumen de voz
Sé que muchos de mis colegas y amigos en el negocio de la psicología dicen que actualmente, los hijos se aprovechan, amenazan y se la arman de tos a los papás.
Te pido que pienses en esto: dialogar quiere decir saber escucharse unos a otros en un mismo nivel, que todos tengan una voz que merece atención y respeto.
Que evitemos las distracciones como aquellas tan típicas de la televisión, el periódico o las revistas.

Con ellas, te aseguro que ni ves ni oyes, ni entiendes nada. Como te digo, se trata de abrir tus sentidos. Tú sabes: de que observes, que oigas, incluso que sientes a la persona que te está hablando.

Dialogar es escuchar y ver sin que te pongas a juzgar o a criticar. Quiero que entendamos, muy pero muy bien, que para tus hijos, la importancia que tú le des a lo que ellos te dicen, es idéntica a la importancia que ellos tienen como persona.
O sea, que si un niño siente que rechazas lo que te quiere decir, es muy probable que sienta que lo rechazas también a él.

Dialogar también significa responsabilidad. Así que quiero decirte que tú eres el padre o la madre de familia. A ti te corresponde ejercer la autoridad. Tampoco creas que se trata de que tus hijos se enfrenten solitos a decisiones que no les corresponden pero sus palabras pueden ser guías para que tú los conduzcas por donde habrán de crecer.

En un libro leí hace poco que las familias no son para desarrollar hijos felices, sino adultos maduros y responsables. Yo creo que se equivoca quien lo haya escrito... bueno, se equivoca a la mitad para decírtelo de algún modo.

Yo estoy seguro de que las familias están lo mismo para que tú como padre o madre de familia promuevas hijos felices como adultos que en un futuro, sean maduros, responsables y yo te agrego algo más: triunfadores.

En otro libro, preocupado por las opiniones del mundo, se trata de explicar cosas como que tu hijo tiene un síndrome (hazme el favor: con todo libertinaje, echando mano de términos médicos) del “niño consentido” si los amigos y familiares lo evitan o te dicen a ti que no está invitado a sus fiestas. En otros textos se habla de los niños incapaces de esperar su turno en los juegos para otorgarle alguna categoría de “híper” alguna cosa, hiperactivo, hiperquinético o lo que se les ocurra. ¿Sabes qué pienso? Que en todos esos libros hace falta un pequeño detalle; algo tan elemental que casi todas las mamitas están habilitadas para descubrirlo al acercarse a su bebé recién nacido: el cómo se sienten los niños.

En un librito antipático se dice que la relación entre padres e hijos no es una democracia, que porque nadie elige a nadie. ¡Qué ligerezas para hablar tanto de la relación familiar como la de los sistemas sociales! Pienso que habría que aproximar el trato que mantienes con tus hijos a una democracia. De eso se trata la paternidad.

La situación es ésta: tú tienes a tus hijos con quienes te corresponde ser justo, darles lo que requieren para salir adelante por sus propios recursos. El ingrediente principal es nada menos que la autoconfianza y un nivel óptimo de autoestima. Esto no quiere decir que ganen los caprichos, las manipulaciones y todo lo que se te ocurra bajo el rótulo de chantaje emocional. Más bien, léeme bien: Se trata de que todo miembro de la familia sea aceptado y comprendido en sus emociones. Se trata de que exista tolerancia ante las equivocaciones, los desacuerdos y las habilidades por desarrollar, de tal manera que tú y los demás en tu familia entiendan que el error es el maestro, mientras el triunfo es una certeza en que toda clase de fortuna está llegando y quien lo goce es porque lo está mereciendo.